ESPEJOS Y REFLEJOS: Historia 1


Los caminos no siempre son inciertos, a veces conducen a un nuevo ciclo, que aunque nos guste o no simplemente hay que asumirlos, así lo entendía ella, con diez años de matrimonio y tres hijos, una casa bonita y un marido que aunque tarde, estaba siempre en casa cerca de las once de la noche, agotado y agobiado según él, por el exceso de trabajo del que se quejaba todos los días  y que justificaban la apatía familiar en la que diariamente se sumía.

Transcurrían los  meses y la abnegada esposa entendía menos tanta indiferencia, entre la casa, el trabajo, los hijos y las tantas excusa para justificar cumpleaños olvidados, ausencia en reuniones familiares, y sobre todo el vacio de la piel ahogada y sumergida en el silencio de las ya frías sábanas.

Un día común entre la limpieza y quehacer tortuoso de los fines de semana, consigue el álbum matrimonial, ese que se guarda con la ilusión perpetua de un “hasta que la muerte nos separe” y ve tras su imagen el desgate, la perdida de la sonrisa y el opacar en el brillo de sus ojos, y se pregunta cuál es la diferencia entre estar con él y sin él.

Entra al cuarto abre el closet,  toma una maleta y comienza a recogerle la ropa, mientras a pocas horas, él llega a la casa con su mismo discurso  aprendido al pie de la letra, y tan repetido  que ella en silencio y de espalda a él, era capaz de pronunciar palabra por palabras sin equivocarse, él al ver las maletas, la mira en silencio y tras una leve pausa pregunta: 

-¿por qué tardaste tanto?

Entonces ella lo comprendió, él nunca hubiese tenido el valor para hacerlo, tomó sus maletas y se marchó cerrando tras de sí la puerta.

- Ella no siempre fue así, los seguidos embarazos  la convirtieron en una mujer tan insegura de sí misma, que evitaba mostrarse desnuda, bañarse conmigo y todo aquello que implicara estar frente a frente los dos;  la rutina invadió tanto nuestro espacio que ya no cabíamos en el, las once de la noche era buena hora para llegar a casa, no había gritos de ella peleando con los niños por las tareas, y se suponía que ya los platos estaban limpios y la casa arreglada, e inclusive que ella estuviera en la cama "y como sueño esperando por mi", pero no era agradable llegar y ver su rostro de cansancio y agotamiento, sin contar con la mirada de incriminación e incomprensión  que saltaba hasta por los poros de su piel.

Entonces era fácil justificar las ganas condenadas a muerte, y que en el fondo a veces sentía que ella agradecía, 
- él nunca hizo el más mínimo  gesto de preguntar, que pasaba, 
- yo nunca quise preguntar por miedo a que me dijera que simplemente ya no sentía nada por mí. 

Y entre su silencio y mi miedo se nos fue la vida, amándola como la amo y no pudiéndola tener, no sé cuando la perdí.

-No sé si pueda encontrarlo.
   07/11/2010
3:00 P.M.

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"y mientras tanto espera, qué no lo sabe, pero la certeza de un mañana por venir, la hace abrigar en su corazón una esperanza, una ilusión"